Diez tesis sobre los crematorios clandestinos en Jalisco y la barbarie del capitalismo tardío

 Diez tesis sobre los crematorios clandestinos en Jalisco y la barbarie del capitalismo tardío





1. El exterminio como gestión del excedente humano

En el capitalismo tardío, la eliminación física de cuerpos excedentes no es una aberración, sino una forma de regulación social. La reciente calcinación de cientos de personas en el Rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, responde a una lógica donde la vida humana es desechable cuando deja de ser útil para el capital.

2. El crimen organizado no es un actor externo, sino una fracción del capital

La economía del terror en México no opera al margen del capitalismo, sino dentro de él. Los cárteles funcionan con la misma racionalidad empresarial: control de costos, eficiencia en la eliminación de riesgos y maximización de ganancias.

3. Los crematorios clandestinos son infraestructuras de la necroeconomía

En un mundo donde el capital impone su ley sobre cada esfera de la existencia, la gestión de la muerte también se racionaliza. Estos hornos no solo destruyen cuerpos, sino que organizan la desaparición de personas como un mecanismo sistemático de control.

4. La modernidad no erradicó la barbarie, la refinó

Lejos de superar las formas arcaicas de violencia, el capitalismo moderno las ha transformado en procesos tecnificados. Los hornos de Jalisco recuerdan los exterminios industriales del siglo XX, pero con la diferencia de que ahora operan como franquicias criminales en competencia.

5. El Estado no combate al crimen, lo administra

La existencia de crematorios clandestinos en zonas de alta presencia estatal demuestra que el poder no se opone a estas prácticas, sino que las tolera, las negocia o incluso las necesita para sostener su propia gobernabilidad.

6. La desaparición es un síntoma del capitalismo desbordado

La aceleración de la acumulación exige nuevas formas de control y eliminación. La desaparición forzada y la calcinación de cuerpos responden a una lógica de purga social donde los sujetos descartables son eliminados sin rastro.

7. La violencia extrema es el reverso de la precarización

Donde el trabajo formal se desmorona, el crimen organizado absorbe la mano de obra excedente. Los mismos procesos que generan desempleo y miseria producen también la proliferación de estructuras de exterminio.

8. El horror es una mercancía, pero también un dispositivo de orden

La fetichización de la violencia en series, noticieros y redes sociales convierte el terror en un producto de consumo masivo, pero al mismo tiempo lo normaliza, generando una subjetividad resignada ante la barbarie.

9. El narco no solo mata, sino que reconfigura la sociedad

La desaparición de 400 personas en Teuchitlán, Jalisco no es solo un acto de terror, sino un proceso de reordenamiento social. Las zonas donde operan estos crematorios se convierten en espacios donde la violencia del capital se expresa sin mediaciones, demostrando que no hay una distinción real entre el derecho burgués y la ley del capital criminal: son una misma lógica de dominación.

10. La lucha contra la barbarie es también una lucha contra el capital

No hay solución a la crisis de violencia sin desmontar el sistema que la produce. Las madres buscadoras, las resistencias comunitarias y los movimientos de memoria no solo luchan por la justicia, sino contra la estructura que convierte a la muerte en un proceso económico.

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