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Bajo el impulso del malditismo

  Bajo el impulso del malditismo El malditismo no es una estética: es un virus que se transmite por heridas abiertas. Su genealogía comienza en las cloacas del siglo XIX y se derrama por las ruinas del XX como una infección espiritual. Baudelaire lo intuyó: la belleza ya no podía salvarnos, sólo arrastrarnos a su putrefacción. Rimbaud lo llevó al extremo: disolver el yo, huir del lenguaje. Lautréamont convirtió la poesía en un crimen sin culpable. Artaud destruyó el cuerpo para devolverle su grito. Pero el malditismo no pertenece al pasado: su impulso atraviesa a los que no pudieron adaptarse a la civilización de los vivos. André Thirion, expulsado de todos los círculos, entendió que el surrealismo y el comunismo se habían convertido en dos formas de la misma policía del espíritu. Para él, el verdadero revolucionario era el que no podía organizarse, el que no quería poder ni salvación. Su revolucionario sin revolución es hermano de Genet, de Vaché, de los derrotados del siglo ...

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