Comunismo no es academicismo.




 

Comunismo no es academicismo.

 

Deje pasar las fiestas decembrinas para escribir algo, la verdad es que me la pase de fiesta como cualquier proletario. En fin, estas líneas se motivan por tirar un poco de basura hacia la academia y los academicistas.

 

Ya es de hace mucho en los medios radicales que la academia y el academicismo fue el último refugio del marxismo, en su ocaso, la clase media necesita recuperar espacios de poder para poder seguir la reproducción de su condición de clase. Según Bruno Astarian en su texto sobre la clase media asalariada, ésta durara tanto como dure el capital, es decir la ley del valor como forma social y realidad inmediata y cotidiana. Por tanto, el interclasismo y el impasse en el que hemos estado replegados a escala mundial en la lucha de clases están aún en ese hoyo del cual hay que salir con urgencia.

 

Las críticas hacia las formas de comprensión de la realidad social por parte de la “ciencias humanas” han sido siempre polémicas en cuanto a la utilidad de tal o cual “herramienta de análisis”. Ya desde Marx la sociología como ciencia burguesa no ameritaba mucha importancia, sentía desdén por la personalidad de Aguste Comte, más tarde la admiración del Moro por Darwin entraría en crisis, obviando que éste último no le dio tanta importancia a Das Kapital. Sin rencores o un acto de parricidio Marx y Engels superan la teoría Darwiniana de la evolución y terminan criticando su sentido progresista, esencialista y naturalista en términos de relaciones sociales, lo cual daría pie al darwinismo social y la adaptación de los más fuertes: La sociedad de clases.

 

Más tarde Lukács y Karl Korsch retomaran las críticas de Marx a la sociología, tanto el autor de Historia y conciencia de clase como el de Marxismo y Filosofía polemizan con la sociología como ciencia burguesa. La desconfianza del intelectualismo burgués había nacido ya para las gestas revolucionarias que sacudirían el mundo desde 1900 hasta su cierre trágico en la revolución española. El proletariado como clase en combate, es la clase que creo sus instrumentos reales y materiales para superar no solo a la sociedad burguesa como modo de producción material, sino también cultural y espiritual.

 

Cuando el segundo asalto a la sociedad de clases emergió nuevamente los textos situacionistas de Mustafa Kayati y Guy Debord volvían a la crítica despiada, la desconfianza por la universidad y los universitarios seria lo que fue la intelligentsia burguesa que comenzaba a disfrazarse de marxista y que fue denunciada por Paul Mattick y Amadeo Bordiga. Esa intelligentsia pequeño burguesa que cada que sus intereses se ven tocados se vuelven al autoritarismo, totalitarismo nazi o democrático progresista frente a la amenaza de una revolución social comunista, que evidentemente seria borrar de la faz de la tierra todos esos privilegios “ganados” por la “correlación de fuerzas en las estructuras del poder”.

 

Claramente la clase media asalariada no es una clase proletaria, es una clase gestoría y administradora del capital, no basta con denunciarla o que de alguna manera sus mejores elementos una que otra vez se alíen a los que trabajan todos los días para sobrevivir. El problema de la clase media asalariada e intelectualizada es que sus intenciones objetivas es vender una mercancía intelectual para ofertarse en el mercado. La cualidad de la inteligencia como lógica de la reproducción de valor es la capacidad de vender esa mercancía. Ya Marx en el tomo III de Las teorías del plusvalor aborda el problema del trabajo manual e intelectual como un problema social, desde el punto de vista de la acumulación de valor.

 

El profesor es un especialista de la clase media que produce mercancías intelectuales, la fábrica escuela denunciada ya por el Operaismo y autonomismo italiano en los 70s. En la etapa actual de la reestructuración capitalista la clase media intelectual, no solo se refugia en la universidad, sino que pretenden que el comunismo provenga de ella.

 

En la etapa actual de acumulación de capital la clase media intelectual sobrevive de becas, clases a destajo o eventuales, no obstante, los que logran ingresar a las filas de la academia como profesores de tiempo completo es porqué tienen estructuras de capital social, cultural, simbólico y hasta sexual que les garantiza tener una plaza, el logro de la universidad fabrica es que también se reproducen los mannagers en otra escala.

 

La intelectualidad izquierdista como expresión de esta crisis capitalista mundial, no han sido capaces de ponerse a la altura de la época, el sociologismo excesivo ya en muchos casos tan absurdos como hacer investigaciones sobre cuánto tiempo duran los semáforos en las ciudades del mundo o bien cuantas ventanillas hay que operativizar para que la gente haga tramites se combinan con otros subproductos del academicismo, que ha llegado a niveles de comedia, francamente gustan esos chistes pero tomar enserio la academia y a los académicos no dista mucho de un buen show de stand up.

 

Para los hijos de la clase obrera es muy difícil mantenerse en la universidad, ya lo decía Pierre Bourdieu un académico suigéneris de extracción proletaria, el denunciaba en su texto Homo academicus todas las trabas por las que pasa un sujeto proletarizado, la sociedad de clases se reproduce en las sociedades del conocimiento donde las exclusiones, marginaciones, segregaciones son tan comunes como obvias. Al mismo tiempo la estructura clasista se vuelve racializada y patriarcal.

 

En mi experiencia personal y que pude darme cuenta que no era solo mi peculiaridad individual, sino que fui relacionando mi historia con la de otros sujetos proletarizados que desertaron de la universidad que el sistema educativo era abiertamente ¡Clasista! Por más “sensibilidades” o “intelectualidades de izquierda” se pudieran llamar o vociferar a los cuatro vientos, es una mentira universal creer que la producción de relaciones comunistas inmediatas provenga de centros auspiciados por los enemigos de clase, al contrario, la clase media siempre ha sido despiadada, la competencia se hace notar, las relaciones entre proletarios y clase media es para ver quien agrada mejor o se adapta a las estructuras de poder y dominio.

Muchas veces la “inteligencia” se asociaba hacia quienes podrían ocupar los cargos públicos o administrativos en las siguientes elecciones; o bien negociar con las autoridades universitarias sus pases a los postgrados. Mientras la diferencia de clase, raza y genero se hacía notar, los estudiantes provenientes de condiciones pauperizadas y de exclusión social buscaban cotidianamente el sustento, es decir desde comer hasta hacerse de los medios necesarios para estudiar. La desigualdad social solo era un slogan que en los pasillos de las facultades sonaba chick para ser “consientes” sin solidarizarse realmente más que otro producto publicitario del izquierdismo mercantil se hacía notar “la empatía”.

 

Al intentar mejorar las condiciones de vida y sustento se busca la forma de relacionarse con el modo de producción, más eso no quiere decir de ninguna manera que la clase media sea proletaria, es una clase que vive del plusvalor y el plustrabajo, un excedente residual del capital que puede tirar a la clase media como el viejo del parque su pan a las palomas. Las becas o concesiones institucionales posteriores siempre despiertan muchas emociones, sensaciones y pasiones, el logro individual por el reconocimiento académico para un intelectual de izquierda o bien que se autodenomine fantásticamente desde esa posición ideológica. Marx llamaba ya este fenómeno en la Ideología alemana como “los industriales de las ideologías”.

 

La intelectualidad progresista, izquierdista y demás ha entrado en una crisis profunda, lo social y su crítica solo era posible en cuanto existía un movimiento social que les permitiera hablar de “cambio”, “transformación” o en el más absurdo de los análisis “transición” pero en un periodo de reflujo total de los “nuevos actores” que profetizaron y vaticinaron “nuevas luchas” ha entrado también en crisis, por ende la mercancía intelectual ya no tiene mucho que ofrecer o decir más que replegarse una vez más a la universidad como extensión del sacro y santo Estado, es decir a la forma abstracta de la producción de plusvalía.

En este contexto dentro de la universidad y los universitarios de clase media, hay otro factor el proletariado excluido de los centros del saber jerárquico y separado del capital. Si bien elementos proletarios han podido involucrarse dentro de la universidad órgano e institución de las clases dominantes para el adoctrinamiento democrático, muy pocos pueden desarrollarse dentro de esa institución. No obstante, el medio universitario se lleva como la fábrica hacia afuera, crasso error, los proletarios no necesitan ser educados sino luchar con ellos como clase, dado que se proviene de ahí, suponiendo que somos los pocos que provenimos de esas condiciones y nos convertimos en conciencias y elementos más consientes con capacidad de análisis teórico.

 

Al academizarse la crítica esta se convierte en asunto de especialistas, personas que no van a más de una marcha o bien que a sus eventos de elevados análisis sobre la “ley del valor”, “la decolonialidad” y demás solo asisten veinte personas cuando mucho, ergo cuando es un académico rock star como Zizek la obviedad es máxima, la clase media la que siempre habla de los oprimidos sin ser oprimidos y fungiendo más como opresores e invisibilizadores que le quitan la palabra a los que, también pueden hablar por ellos mismos. Este cinismo academicista ha alcanzado una brutal crisis de referencia en todo el mundo, han dejado de ser una esperanza y se han ganado la antipatía de los explotados, que en ellos no hay esencia revolucionaria o una historia normativa hacia el comunismo, sino que en periodos en donde la socialdemocracia y el progresismo pertenecen a la hipocresía universal, estos ven una oportunidad de castigarlos, humillarlos y vencerlos con las derechas o el fascismo.

 

El colmo de estas izquierdas academicistas es que se convierten en izquierdas snobistas, izquierdas de hobbies, izquierdas aficionadas, Izquierdas woke, Izquierdas progresistas, etc. Es que no se comprometen más de 5 minutos con los vencidos de la historia, el triunfo del realismo capitalista decía Mark Fisher es que la izquierda postmoderna se ha erigido en correctora política de los pobres, precarios, pauperizados, incultos, sobajados y humillados por la sociedad de clases, en las que esa propia izquierda también es parte pero que se siente fuera de. Esa estrategia del izquierdismo en el neoliberalismo era necesario para que pudiera seguir viviendo de las migajas del modo de producción entrando en su gradual descomposición.

 

Clase media, interclasismo y ruptura.

 

Con la lenta y gradual descomposición del capitalismo desde la década de los años 80s, la reestructuración tomo rumbos en la reconfiguración de las clases a escala mundial. El sueño de la clase media y el american dream mundial degenero, esta clase se constreñía cada vez más, algunos se proletarizaron (para bien) y otros terminaron lumpenizandose (para mal). Las apologías de la clase media sobre su condición precarizada los llevo a adoptar estéticas de la marginalidad, una clase que vive de la extracción de valor excedentario por su capacidad de administrar instituciones y la cultura, creo su único medio de sobrevivencia: la miseria estética como factor de miserabilismo interclasista, es decir, el interclasismo burguesía-clase media es que esta última es limosnera con la clase dirigente.

 

Muchas veces he escuchado gente de clase media intelectualizada y academizada hablar de Marx o los marxismos, sin siquiera citar bien la fuente, es el colmo, sin embargo, es normal, su refugio es vender miseria intelectualizada como mercancía cultural. El barrio pasaba ahora a estar en sus bocas y envuelto en una mística que llevó a colocar formas de cultura de la clase superficial y excedentaria como estética de revuelta o cambio, apelando a que “en el barrio esta lo mejor”. Toda mi vida viví en un barrio proletario el tercero más peligroso en la Ciudad de México, desde muy niño me percaté que las clases dirigentes también emplean la carne de cañon para sus negocios. Al final los subproletarios esa clase que alguna vez Marx equivocadamente y despectivamente llamo -Lumpens- éramos los proletarios del crimen organizado. Nada bueno, lindo o radical iba a venir de un gueto producto de las propias tendencias del modo de producción y de la colonización.

 

Muchas veces he notado el autodesprecio de los proletarios precarizados frente a las alianzas cotidianas con la clase media, somos seres sociales e históricos y en ese nivel nos movemos. No hay nada de místico o ideológico simplemente relaciones de producción las cuales molestan a la clase media cuando conocen a algún pobre autentico y proletarra real que no tiene dinero, esta desempleado, marginado, racializado o excluido. Cuando la estética de la miseria se rompe se despiertan los peores temores de las clases medias ideologizadas que controlan el discurso-mercancía de los derechos humanos, el cambio social, los movimientos sociales y hasta de la “lucha de clases”.

 

La ruptura con el interclasismo es hacer claro las contradicciones de las cuales se proviene, no todos fuimos a escuelas privadas, no todos tuvimos redes de apoyo, no todos tuvimos padres académicos, profesionistas o burócratas, no todos tuvimos los privilegios con los cuales la sociedad democrática neoliberal ha hecho creer que se tienen. Los proletarios hemos tenido que enfrentarnos a muchas situaciones que nos impiden el desarrollo de nuestras facultades sociales, culturales, políticas, económicas, epistémicas, sensitivas, cognitivas, emocionales, sentimentales, etc. La clase media como productora de discurso ideológico como mercancía solo ve en esta condición algo que vender como tragedia humana, problema social, victimas del sistema o incapacidades.

 

Los proletarios debemos crear nuestras formas de comunicación, ser más agudos, sensitivos, asertivos, practicar la solidaridad cotidiana y hasta emocional, dado que enfrentarnos a un mundo despiadado cuando se tiene las de perder, siempre se piensa en suicidarse, dejar este mundo, sin embargo, esto se lo dejaría fácil a nuestros enemigos de clase y permitiríamos que las clases medias sigan confundiendo a otros que, como nosotros, solo tenemos nuestra fuerza de trabajo para vivir.

 

Anti-academicismo y lucha de clases.

 

El academicismo si bien no es necesario, tampoco quiere decir que los proletarios no debamos cultivar nuestra teoría: la teoría comunista.  El horizonte emancipatorio en un contexto barbarizante es necesario, pese a que una vez más la clase media y su nihilismo nos eche en cara que “no hay alternativa” y que hay que esperar el declive, el derrumbe y el colapso civilizatorio por el cambio climático, cosa que ya empezó y se está viendo cada día más de forma acelerada. El comunismo en este contexto no solo emerge de forma confusa y contradictoria, sino que se vuelve útil y necesario ya que los super ricos ya tienen su plan de emergencia para los próximos 50 años, han visualizado un mundo sin pobres. Lo que implica que los genocidios, exterminios, etnocidios sean producto de la crisis creada por la propia sociedad burguesa-capitalista-patriarcal-racista.

 

El academicismo como forma de producción intelectual bajo el capital, tiene que ir perdiendo sentido como forma de crear conocimiento, lo que implica es ponerles más atención a los elementos emergentes del proletariado en lucha. Si bien poco “disciplinada” tienen mucho que decir, yo por ejemplo he decidido renunciar a esa pretensión universitaria del académico, siempre me opuse a esa condición, tuve muchos conflictos con eso, hoy en día creo que abandonar ese tipo de formas es comenzar a luchar contra una educación formada en la separación del especialista y el que no lo es.

 

Por el momento solo puedo hacer este comentario, más adelante si el tiempo y el trabajo me lo permiten comenzare una serie de reflexiones más sofisticadas, donde escribiré como aprendí en ese lugar llamado “universidad” donde me sentía más triste, aburrido y sometido por las clases medias y los nuevos hijos intelectuales de las clases dirigentes.


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