La Cobardía del Siglo y la Necesidad de Fortalecer el Movimiento Comunista en el Siglo XXI

 La Cobardía del Siglo y la Necesidad de Fortalecer el Movimiento Comunista en el Siglo XXI


 

El siglo XXI, con su complejidad global y crisis generalizadas, parece haber sido definido por un marcado espíritu de cobardía política, una vacilación que atraviesa tanto la izquierda como la derecha. La revolución comunista, la gran promesa del siglo XIX y XX, parece haberse quedado atrapada en un limbo de fragmentación, confusión teórica y una parálisis estratégica. Sin embargo, desde una perspectiva marxista, esta situación es tanto una consecuencia del desarrollo del capital como una invitación a repensar el proyecto revolucionario en términos más radicales.
A lo largo del análisis marxista, la historia se mueve en espasmos de lucha y contradicciones que buscan resolverse a través de transformaciones materiales. Entonces, ¿por qué en este momento histórico parecería que el proletariado, el sujeto revolucionario por excelencia en la teoría de Marx, ha sido neutralizado o está en estado de letargo? Este ensayo argumenta que la cobardía del siglo, entendida como la incapacidad de confrontar las contradicciones del capital y su tendencia a la auto-perpetuación, está directamente relacionada con el desarrollo de las formas del capital, y la necesidad de fortalecer el movimiento comunista radica en superar ese estancamiento.
La Cobardía del Siglo: Capitalismo Tardío y Paralización Ideológica
Marx, en sus escritos sobre la lucha de clases y el capital, nos brinda una visión crítica del desarrollo histórico. El capitalismo, en su fase tardía, ha logrado sofocar las pulsiones revolucionarias mediante la integración de la disidencia dentro de su propia maquinaria, transformando incluso los gestos más radicales en mercancía. Este proceso, que en tiempos contemporáneos es denominado por algunos teóricos como el fenómeno del "capitalismo cultural" (Žižek, Fisher), tiene el efecto de neutralizar cualquier impulso revolucionario real. La cobardía, entonces, no es solo un asunto de falta de valentía individual, sino una forma sistémica de parálisis.
En esta parálisis, la izquierda tradicional se ha mostrado incapaz de articular una crítica efectiva. En lugar de esto, vemos una fragmentación en identitarismos y luchas sectoriales que, aunque legítimas en muchos sentidos, tienden a alejarse del núcleo marxista: la crítica de la economía política y la abolición del capital. Esta incapacidad para articular una estrategia revolucionaria coherente, que ponga en primer plano la abolición del trabajo asalariado y la lucha por la comunización, refleja la cobardía estructural del siglo.
El capitalismo, en su forma contemporánea, ha logrado perfeccionar una maquinaria ideológica que convierte todo en espectáculo, manteniendo a las masas en un estado de constante distracción y pasividad. Desde la "sociedad del espectáculo" de Guy Debord hasta el “realismo capitalista” de Mark Fisher, la capacidad de imaginar un más allá del capital parece estar bloqueada. Este bloqueo, sin embargo, no es un producto de la conciencia, sino de las condiciones materiales impuestas por el propio desarrollo del capitalismo.
Marx y la Llamada a la Acción Revolucionaria
Marx fue claro en su llamado: "los filósofos han interpretado el mundo, de lo que se trata es de transformarlo". La cobardía del siglo consiste en interpretar constantemente, sin ningún intento serio de transformación. El capitalismo ha mostrado su capacidad para reinventarse, como se ve en el auge del neoliberalismo, que no es más que una fase avanzada de la misma relación capitalista. En este contexto, el marxismo debe repensarse no solo como una crítica del capitalismo, sino como una praxis de transformación radical.
Para Marx, la lucha de clases era el motor de la historia. Esta lucha, en sus formas actuales, se manifiesta en nuevos terrenos: el terreno digital, el de las finanzas globales, y el de las migraciones masivas que resultan de la globalización capitalista. El proletariado, lejos de ser una clase homogénea, se ha vuelto más complejo, más fragmentado, pero no ha desaparecido. Sin embargo, para que el movimiento comunista del siglo XXI sea efectivo, debe asumir esta complejidad sin perder su horizonte emancipatorio.
La Necesidad de Fortalecer el Movimiento Comunista
Ante este panorama, fortalecer el movimiento comunista implica romper con la fragmentación ideológica y la cobardía que ha caracterizado a la izquierda en las últimas décadas. El comunismo debe reimaginarse no como un retorno nostálgico a las formas de organización del siglo XX, sino como una radicalización de las potencialidades actuales. Esto significa que el comunismo del siglo XXI debe entenderse como la abolición de todas las formas de dominación y explotación, incluida la explotación digital, la precarización global y las formas de alienación que surgen de las nuevas tecnologías.
Marx nunca limitó el comunismo a una sola fórmula; siempre lo concibió como un proceso histórico. El desafío hoy es construir un comunismo que reconozca la diversidad de formas de explotación y alienación en el siglo XXI, pero que a la vez mantenga el núcleo de la crítica de Marx: la abolición de las relaciones de producción capitalistas.
El fortalecimiento del movimiento comunista, entonces, pasa por una doble estrategia. Por un lado, es necesario una recomposición teórica, una revisión crítica de las nuevas formas de explotación capitalista (como lo han hecho colectivos como Endnotes y Theorie Communiste y los movimientos de comunización, minoritarios por el momento, pero existentes). Por otro lado, es crucial desarrollar nuevas formas de organización política que no caigan en la trampa de los nacionalismos o las políticas identitarias reduccionistas, sino que mantengan el horizonte internacionalista y la lucha por la abolición del capital.
La cobardía del siglo no es solo una cuestión de falta de valentía moral, sino el resultado de una parálisis ideológica y material impuesta por el desarrollo del capital. El movimiento comunista, para ser relevante en el siglo XXI, debe enfrentar esta cobardía mediante una crítica radical de las nuevas formas de explotación y una praxis política que supere las divisiones y fragmentaciones que han caracterizado a la izquierda en las últimas décadas.
El comunismo del siglo XXI debe ser más audaz que nunca, no solo porque el capital se ha vuelto más poderoso y omnipresente, sino porque las contradicciones que Marx identificó en su época se han intensificado hasta el punto de crisis. El desafío es grande, pero la oportunidad para una revolución radical sigue siendo real, siempre y cuando superemos la cobardía que nos ha paralizado y nos atrevamos a imaginar un mundo más allá del capital. Como Marx nos recordó, el comunismo no es solo el horizonte último, sino el movimiento real que abole el estado de cosas presente.

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