El Gran Teatro de la Autenticidad: Espectáculo Identitario, LARPing Revolucionario y Alternativas de Salón

 "El Gran Teatro de la Autenticidad: Espectáculo Identitario, LARPing Revolucionario y Alternativas de Salón"






En la era del espectáculo total, donde cada acto humano es transformado en una mercancía visual, emerge un nuevo tipo de personaje: el Escenista. Esta figura, que se mueve con la destreza de un mimo digital entre el mercado de las identidades y el bazar de las causas, encarna el simulacro perfecto de la acción revolucionaria. Ya no basta con ser; hay que parecer ser, y más aún, hay que performar el ser. Así, los Escenistas se convierten en artistas involuntarios de la alienación, pintando con brocha gorda sobre un lienzo de contradicciones.

LARPing Revolucionario: La Fantasía del Cambio Simulado


El "Live Action Role Play", antaño un inocente pasatiempo de aficionados a dragones y mazmorras, ha sido reciclado por el espectáculo como una herramienta política. Vestidos de militantes de épocas que nunca vivieron, los LARPers revolucionarios posan con pancartas que proclaman consignas vacías, creyendo que el simple acto de vestir el disfraz los convierte en actores del cambio. En realidad, no son más que figurantes en la gran ópera del capital, aplaudiendo el espectáculo que dicen despreciar.

Identitarismo: La Fragmentación como Marca Registrada


El identitarismo, la última innovación del mercado de las subjetividades, no es más que la última iteración del divide y vencerás. Cada identidad se convierte en un nicho, cada nicho en un mercado, y cada mercado en una oportunidad de consumo. La "autenticidad" se mide en likes, y la pertenencia a un grupo en camisetas personalizadas. Los identitaristas, que creen estar desafiando al sistema, son sus promotores más entusiastas, convirtiendo la diferencia en un nuevo espectáculo donde la representación sustituye a la transformación.

Alternativismo: Mercados de Resistencias Prefabricadas


Finalmente, llegamos al alternativismo, ese espejismo de la resistencia que florece en ferias veganas y cooperativas de barrio con precios que harían llorar al lumpenproletariado. El alternativismo es el oxímoron perfecto: una resistencia que no amenaza a nadie, un cambio que no cambia nada. Es el punto de encuentro entre el marketing y la pseudo-rebeldía, donde consumir un café de comercio justo es equivalente, aparentemente, a tomar el Palacio de Invierno.

El Espectáculo como Última Frontera


Todo este teatro no es más que una variación del espectáculo descrito por Debord, donde cada gesto, cada palabra y cada acción se convierten en una mercancía. Los escenistas, larpers, identitaristas y alternativistas no han roto con el espectáculo; lo han interiorizado, lo han decorado, lo han personalizado. Son los bufones del sistema que creen estar conspirando contra el rey mientras bailan en su corte.
¡Destruir el espectáculo no significa vestir otro disfraz! Significa arrancarse la máscara y encender la antorcha de la negación radical. Pero eso, claro, no se puede publicar en Instagram.

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