Marx, La cuestión judía y la crítica a Moses Hess

 Marx, La cuestión judía y la crítica a Moses Hess




En 1843, Karl Marx escribe Zur Judenfrage (La cuestión judía), un texto que responde a los planteamientos de Bruno Bauer sobre la emancipación política de los judíos en el Estado alemán, pero que también dialoga críticamente —aunque de forma menos frontal— con las concepciones de Moses Hess, uno de los socialistas más influyentes en la izquierda hegeliana. El texto marca una ruptura doble: con el liberalismo político y con cierto socialismo humanista que, en ese momento, Hess representaba.
1. Contexto: Bauer, Hess y Marx
En 1842–1843, tres figuras se mueven en el mismo espacio intelectual:
Bruno Bauer: plantea que la emancipación de los judíos sólo es posible si éstos abandonan su religión, y que el Estado debe ser radicalmente laico. Su horizonte es liberal-republicano.
Moses Hess: socialista utópico en transición hacia un comunismo humanista. Ve en la religión judía una cuestión moral-histórica y cree posible una síntesis de judaísmo y socialismo, aún en un marco bastante idealista.
Karl Marx: en un momento de tránsito del radicalismo democrático al comunismo crítico. Su crítica parte de Hegel, pero ya apunta hacia la economía política.
2. La tesis central de La cuestión judía
Marx, al responder a Bauer, afirma que la emancipación política no es idéntica a la emancipación humana. El problema de Bauer es creer que abolir la religión en el Estado resuelve la opresión real. Marx introduce una distinción clave:
“La emancipación política de los judíos, de los cristianos, del hombre religioso en general, no es la emancipación del hombre en sí, sino la emancipación del Estado frente a la religión.”
Esto desplaza el debate: el centro no es la tolerancia religiosa o la igualdad jurídica, sino el hecho de que el Estado moderno burgués, incluso siendo laico, sigue sustentado en la separación entre el ciudadano abstracto y el individuo real, este último inmerso en las relaciones materiales de la sociedad civil.
3. La crítica implícita a Moses Hess
En esta obra Marx no nombra a Hess directamente, pero su intervención se sitúa contra un horizonte común en el que Hess también participaba: la idea de que la cuestión judía podía resolverse desde un humanismo moral o desde una reconciliación cultural. Marx rechaza esa vía por varias razones:
Contra el moralismo humanista: Hess, en sus textos de la época, interpretaba la liberación como un retorno a una esencia humana moralmente regenerada. Marx, en cambio, insiste en que tal “esencia” no existe fuera de las relaciones sociales y materiales concretas.
Contra la conciliación religiosa-socialista: mientras Hess aún consideraba que el judaísmo podía contener elementos progresivos o universales que se integrarían en el socialismo, Marx ve la religión (no solo la judía) como expresión invertida de relaciones reales de opresión. No es una base, sino un síntoma.
Desplazamiento del problema al terreno económico-político: para Hess, la opresión de los judíos era fundamentalmente política y cultural; para Marx, era expresión de una estructura social donde el “judío” es la personificación del burgués, es decir, del hombre económico de la sociedad civil regida por el dinero. La crítica de Marx al “judío” en este sentido es alegórica y estructural, no étnica: señala que el capitalismo ha generalizado la lógica que antes era atribuida al comerciante judío en la Europa cristiana.
4. De Hess a Marx: del socialismo humanista al comunismo crítico
La diferencia más importante es metodológica:
Hess: parte de una crítica ética a la desigualdad y aspira a una síntesis cultural de socialismo y religión humanizada.
Marx: parte de una crítica categorial al Estado y a la sociedad civil, donde la emancipación humana solo puede ocurrir con la abolición de las relaciones de producción capitalistas.
En La cuestión judía, Marx está construyendo ya la noción de que:
La emancipación política es parcial y limitada.
La emancipación humana exige superar la escisión entre el hombre como ciudadano y como individuo de la sociedad civil.
El núcleo de esa sociedad civil es el trabajo asalariado, la propiedad privada y el dinero.
En este sentido, Marx da un salto que Hess no da todavía en esos años: de la crítica ideológica a la crítica de la economía política.
5. Conclusión
La cuestión judía para Marx no se resuelve en el marco del Estado burgués ni en una reforma moral del judaísmo o del cristianismo, sino en la transformación radical de la sociedad civil. Ahí radica su distanciamiento respecto de Hess: mientras este último aún confiaba en una síntesis ética y cultural, Marx desmonta la base material de la opresión, mostrando que el verdadero “problema judío” es el problema del capital mismo.
La crítica de Marx a Bauer y, de forma indirecta, a Hess, sella el paso del joven Marx del radicalismo democrático y el socialismo moral al comunismo científico y a la crítica categorial del capitalismo.
Marx contra la semilla del sionismo en Moses Hess
Cuando Marx escribe La cuestión judía (1843), responde públicamente a Bruno Bauer, pero también polemiza en un plano más sutil con su amigo y camarada Moses Hess. En ese momento, Hess es un socialista humanista que interpreta la “cuestión judía” como un problema de reconocimiento político y regeneración moral del pueblo judío, con un trasfondo cultural-nacional que, aunque aún no formulado como tal, anticipa el núcleo de su posterior pensamiento sionista.
1. El germen nacionalista en Hess
En sus escritos tempranos, Hess veía en el judaísmo no solo una religión, sino un pueblo histórico con una misión universal. Esta lectura nacional-cultural era todavía ambigua en los 40, pero ya implicaba:
La preservación de una identidad judía diferenciada.
La creencia en un aporte específico del judaísmo a la futura humanidad socialista.
La posibilidad de una emancipación que mantuviera y revitalizara lo “judío” como particularidad.
Aunque Hess no propone todavía un Estado judío, la estructura de su pensamiento encierra el germen de lo que después será su sionismo: la idea de que la liberación pasa por la afirmación política de la identidad nacional judía.
2. El rechazo marxiano: de la identidad a la crítica del capital
En La cuestión judía, Marx no solo rechaza la solución de Bauer (el abandono de la religión como requisito de ciudadanía), sino también la premisa común a Bauer y a Hess: que la emancipación pueda pensarse dentro del marco del Estado burgués o de una identidad particular conservada como tal.
Cuando Marx escribe:
“La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad del judaísmo.”
no está usando “judaísmo” en un sentido étnico, sino como metáfora de la forma social dominada por el dinero, el comercio y la propiedad privada. Es decir, señala que la lógica que antes se atribuía estereotípicamente a los judíos ha sido generalizada por el capitalismo moderno: la sociedad entera se ha vuelto “judía” en ese sentido mercantil.
Con esto, Marx descarta tanto la vía de Bauer (asimilación religiosa) como la de Hess (preservación y regeneración nacional-cultural). Para Marx:
La emancipación humana exige abolir las relaciones sociales que generan la escisión entre el ciudadano y el individuo real.
No hay emancipación verdadera en la afirmación política de una identidad particular, porque eso deja intacta la base material de la opresión.
3. Prefiguración de la ruptura con el sionismo
Aunque el sionismo como tal aún no existe, La cuestión judía marca un punto de ruptura teórico con cualquier programa que:
Busque resolver la opresión a través de una identidad nacional.
Desplace el problema de las relaciones sociales a un problema de reconocimiento cultural.
Suponga que una “misión” histórica particular pueda ser la base de la liberación universal.
Cuando Hess, en Roma y Jerusalén, defienda que el renacimiento nacional judío es condición para el progreso humano, estará afirmando lo que Marx ya había criticado implícitamente: el desvío de la emancipación humana hacia un proyecto particularista que se adapta al marco político del capital.

Comentarios